Junto a sus célebres cerámicas, se presenta una reducida muestra de lo que el artista llamaba sus Esculturas etéreas Akari, diseños de faroles de papel.
La muestra es una selección de la presentada por el artista en 1952, en el Museo del Arte Moderno de Kamakura, Japón. La antigua exposición recogía más de ciento treinta piezas de cerámica que había producido en sólo cinco meses. Muchas de ellas representaban motivos caprichosos y con cierto sentido humorístico, mientras que otras eran bosquejos de figuras en barro que remitían a imágenes de su entorno rústico y campestre, tales como ranas, ciempiés y otros animalillos.
Del mismo modo que Miró y Picasso encontraron sus fuentes de inspiración en los modelos prehistóricos, las piezas de barro que elaboraba Noguchi tenían sus raíces en las antiguas figurillas funerarias denominadas Haniwa.
El artista logró con sus piezas la consumación, en última instancia, de la cerámica japonesa tradicional y de la escultura moderna, ya que los sueños y formas que el artista tomaba del surrealismo europeo y americano eran regenerados en interpretaciones japonesas. Pero también sucedía a la inversa, que temas y motivos de tradición japonesa fueron transformados en curiosos objetos del modernismo occidental